sábado, 28 de marzo de 2009

La generación amurallada


Han pasado ya casi 20 años desde la caída del Muro de Berlín, y parece que la mejor forma de conmemorar una fecha tan importante como el 9 de noviembre de 1989 es la construcción de más muros que dividen el planeta. Y diferentes son los motivos que promueven iniciativas de este tipo. La cuestión está en plantearse si los motivos que se arguyen son realmente los verdaderos en esencia, si tienen razón de ser o son fruto de una locura que se ha extendido a gran escala. ¿Qué le sucede al mundo para que tenga que estar dividido y delimitado por muros de hormigón? ¿Nadie recuerda lo que supuso en la vieja Europa de la post-guerra?

Cada vez que se empieza a construir un nuevo muro se le bautiza como ‘el muro de la discordia’. Y de éstos ya hay unos cuantos. La última noticia que he conocido ha llegado desde Río de Janeiro, donde el gobierno ha aprobado la construcción de 11 kilómetros de tapia para evitar la expansión desmesurada de las favelas y cuidar con ello la protección de la naturaleza de las bellas colinas de la ciudad. Esta decisión ha sido publicada poco tiempo después de que el presidente brasileño Inácio Lula da Silva anunciara la edificación de un millón de casas populares a causa del grave déficit habitacional del país. Precisamente es este déficit el que sigue provocando la construcción de las favelas. ¿Quién dice que sea éste el verdadero motivo? Porque a simple vista parece que sea la separación entre la ciudad aceptable de Río y la ciudad creada en las favelas, apartada de la cotidianeidad de la gran urbe, despojada del lujo y el dinero, lugar de pobreza, narcotráfico y violencia. Aquí ya nadie se fía de los buenos propósitos de los gobiernos y políticos.

Pero también es conocido el debate en torno a otros muros en el mundo, como el de Israel. Según las autoridades israelíes, el motivo de construcción del muro allí es evitar la entrada en su territorio de miembros de grupos armados palestinos, armas y explosivos procedentes de Cisjordania. O el ejemplo de la muralla que se pretende levantar a lo largo de la frontera entre Méjico y Estados Unidos con el objetivo de impedir la entrada de inmigrantes centroamericanos en el territorio 'gringo'. ¿Estos motivos constituyen excusas suficientes como para llegar al punto de dividir las fronteras simbólicas también físicamente?
Un muro causa daños al pueblo, minando los derechos humanos de éste y, con el paso del tiempo, toda la lucha quedará en el olvido.

El caso es intentar frenar con medidas desesperadas aquello que se presenta como perjudicial o como una amenaza. A situaciones desesperadas, medidas desesperadas y fáciles. Parece que la idea y el propósito de arrancar de raíz los problemas ha sido desde siempre algo que provoca la alergia de aquellos que están en el poder. Las negociaciones y rebajarse al mundo de a pie, de la calle, no queda bien en portada. Todo se decide desde arriba. El pueblo no tiene nada que decir ni aportar a decisiones como éstas. Por eso siempre será el muro de la discordia, y nunca el del ‘acuerdo’, porque un muro de 3 metros de alto nunca podrá significar la existencia de alianza, porque un muro separa, no une… porque parece que la discordia, y su muro, están de moda.


miércoles, 28 de noviembre de 2007

Zanzare


Es increible la fuerza paranormal que tienen aqui los mosquitos ('le zanzare')...

Ya puede hacer todo el frio que quiera, ya puede llover, nevar, granizar, tronar... o cualquier otro fenomeno meteorlogico, que ellos siguen a la caza de la sangre mas dulce que encuentren... y donde esta esa sangre? Pues parece resultar que en las orejas, o quiza sean mosquitos orejeros, porque no tienen otro sitio en el que pararse a picar que las orejas.

En realidad a mi me daba igual que hubiera mosquitos a estas alturas de año y con el frio considerable que hace aqui (donde se suponia que hacia mas calor del que esta haciendo); simplemente quedaba como algo destacable, cursioso, que llamaba la atencion: que todavia haya mosquitos!!! y bien gordos que son...
Pero eso es, me daba igual... hasta esta noche, que me han dado la noche... Cuatro mosquitos rondando por mi cabeza, que es lo unico que queda al descubierto cuando duermes con frio, despertandome cada hora, en el mismo minuto, y en el mismo minuto yo me vengaba matando a uno de ellos, pero alguno se escapaba siempre (y menos mal que esta noche no he tenido compañero en la habitacion, porque si no habria sido una cadena: los mosquitos me dan la noche y yo se la doy a mi 'coinquilino').

En fin, que a ver si la naturaleza sigue su ritmo normal y le zanzare quedan relegados al caluroso verano, que es donde deberian estar, y no al frio otoño sureño de Italia.

lunes, 29 de octubre de 2007

A che serve il marciapiede?


A NIENTEEEEE!!!!!

Esa es la conclusion final a la que he llegado despues de casi un mes en Italia. Ya puede estar el hombrecito del semaforo en verde, que aqui todo conductor que se precie es daltonico o ciego porque no lo ven.

La ley de la calle es... SUICIDIOOO!! Si sales sin valor de tu casa... no te mueves de tu casa. El caso es echarle narices; que viene un coche, da igual, a cruzarrr!! Que el no se va a parar. Y menos mal que primero aterrice en Napoles y esa fue la prueba de fuego definitiva... me cure del todo. Llegar a Bari fue una gozada (que dentro de lo malo, es un paraiso de la conduccion si se toma como referencia Napoles). En fin, que aqui la seguridad vial y las normas civicas no es que sean lo mas importante.
Alucinariais si estuvierais aqui... Que si, se dice mucho y mucho mucho mas sobre el trafico en Italia (yo ya creia conocerlo), pero todo son leyendas urbanas... esto es mucho peor!!! Por fortuna, poco a poco vamos cogiendo el ritmo y ya nos parece algo normal tirarnos a la carretera para intentar cruzar de una acera a otra (y eso que solo hay un carril)... igual que nos hemos acostumbrado a que cada dia nuestro despertado sea el pitar incesante de los coches de tu calle.
Eso si, a las 2 de la madrugada es genial ir por el medio de la carretera, en la mas completa tranquilidad y armonia, sin un solo vehiculo a motor que pase por ahi, sin un solo claxon reventando tus oidos... es lo que tiene vivir en una ciudad en la que la vida nocturna es la nuestra, solo y exclusivamente...

sábado, 22 de septiembre de 2007

Caminante no hay camino...

... se hace camino al andar.
Ahora el mío cambia de rumbo...
... nos vemos en el camino

jueves, 23 de agosto de 2007

Leyendas (Parte III): El abrazo del reencuentro


Según Platón, al principio de la creación los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con un cuerpo y un cuello, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por su espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos.

Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuestas estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigían tanto esfuerzo para mantenerse de pie o andar durante largos períodos, y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la tierra.

Entonces dijo Zeus, el supremos señor del Olimpo: “Tengo un plan para hacer que estos mortales pierdan su fuerza”.

Y con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creó al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos periodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo. Amor.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Leyendas (Parte II): El pájaro


Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó: "¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!". Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: "Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse".

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: "Eres una persona que lo tiene todo". Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. "¿Por qué has venido?", le preguntó a la muerte.
"Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo -respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo".

martes, 21 de agosto de 2007

Leyendas (Parte I): La Muerte en Bagdad


Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.

Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa.

Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte. Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la Muerte paseando por los bazares.
"¿Por qué has asustado a mi sirviente? - preguntó Zaguir a la Muerte-. Tarde o temprano te lo has de llevar, déjalo tranquilo mientras tanto".
"Oh, no era mi intención asustarlo - se excusó ella-, pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra".