jueves, 23 de agosto de 2007

Leyendas (Parte III): El abrazo del reencuentro


Según Platón, al principio de la creación los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con un cuerpo y un cuello, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por su espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos.

Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuestas estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigían tanto esfuerzo para mantenerse de pie o andar durante largos períodos, y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la tierra.

Entonces dijo Zeus, el supremos señor del Olimpo: “Tengo un plan para hacer que estos mortales pierdan su fuerza”.

Y con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creó al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos periodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo. Amor.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Leyendas (Parte II): El pájaro


Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó: "¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!". Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: "Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse".

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: "Eres una persona que lo tiene todo". Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. "¿Por qué has venido?", le preguntó a la muerte.
"Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo -respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo".

martes, 21 de agosto de 2007

Leyendas (Parte I): La Muerte en Bagdad


Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.

Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa.

Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte. Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la Muerte paseando por los bazares.
"¿Por qué has asustado a mi sirviente? - preguntó Zaguir a la Muerte-. Tarde o temprano te lo has de llevar, déjalo tranquilo mientras tanto".
"Oh, no era mi intención asustarlo - se excusó ella-, pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra".

sábado, 4 de agosto de 2007

Transparencia

Una vez alguien me dijo que era una persona transparente… tan transparente que simplemente on verme se podía saber perfectamente cómo pensaba y cómo estaba mi ánimo. Sinceramente… o estoy de acuerdo al 100%, no de una forma total. Se puede adivinar si estoy triste, si estoy alegre, si estoy… como esté. El caso es estar de algún modo. Pero no siempre se adivina. Gran error, y gran problema… porque se suelen confundir las cosas. Mi “transparencia” no es capaz de describir al milímetro cada pensamiento que osa cruzar mis neuronas, es materialmente imposible… pero hay quien cree que puede hacerlo. No seré yo quien le niegue ese pensamiento (sólo le advierto de su equivocación).

Sí, me delatan mis sentimientos, pero también me protegen. Así de fácil, así de simple. Lo que siento es mío y de aquéllos que comparten y forman parte de mis sentimientos. Así… contradictoriamente estoy realmente perdida… perdida porque mi corazón habla por sí mismo pero no está conmigo. ¿Por qué? Porque… estoy perdida pero a la vez muy centrada, porque sé lo que quiero, sé lo que siento, sé que quiero… Y sé que mi corazón siempre va a estar aquí (porque éste es su lugar).
"... She doesn't know things will never be the same again ..."