martes, 21 de agosto de 2007

Leyendas (Parte I): La Muerte en Bagdad


Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.

Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa.

Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte. Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la Muerte paseando por los bazares.
"¿Por qué has asustado a mi sirviente? - preguntó Zaguir a la Muerte-. Tarde o temprano te lo has de llevar, déjalo tranquilo mientras tanto".
"Oh, no era mi intención asustarlo - se excusó ella-, pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa misma noche, la Muerte esperaba a Ahmed impaciente en Samarra. Sin embargo, los imprevistos son a prueba de misticismos y patrañas... Así, el caballo de Ahmed se rompió una pata y se escoñaron por el camino, y entre tanto, a la Muerte la asaltó el bandido que hubiera matado a Ahmed de haber llegado éste a tiempo, robándola, por incauta, la guadaña.
Horas después cayó un meteorito que los mató a todos. Incluyendo a moralistas como Paulo Coello... Es más, esos sufrieron especialmente.
Y se hizo patente que quien manda no es el destino, sino yo... Siempre y cuando me dé la gana, claro.